viernes, 11 de septiembre de 2009
Los recuerdos de Horace
No sé como se ha venido comportando el Jazz ofrecido por los clubes de Nueva York durante la primera década de este siglo. La última información que tuve data de 1996. A la sazón, el artículo “ Does anybody go to clubs anymore”, publicado por la revista “Jazziz" con una buena fotografía de la cantante D.D. Bridgewater en el Shelli’s Manne-Hold (1974). Parece concluir con que las cosas ya estaban cambiando. Y probablemente debe ser así, sobre todo si se toman en cuenta las sabrosas anécdotas del pianista y compositor Horace Silver (1928) en su reciente biografía “Let's get to the nitty gritty".
Y es que, gran parte de la vida de Horace discurre en clubes de Nueva York, ciudad a la que llegó cuando tenía 25 años y fue bien acogido por Oscar Goldstein gerente del estelar club “Birland” localizado en la calle 52 y Broadway.
Cuenta Horace, que por esos días "A menudo trabajaba en el Birdland los lunes por la noche (libre). Su show regular iba de martes a sábado y el lunes por la noche se juntaban diferentes músicos para el "jammin' ". Toqué en muchas de estas sesiones" . A Oscar, también administrador de Bud Powell, le gusté por ser su discípulo, porque tocaba bien y porque se fascinó de descubrir que yo era un jovencito de cabello bien recortado, limpio, que no bebía ni fumaba ni me drogaba, algo inusual para un músico de Jazz en aquellos días (mi único vicio eran las damas y tuve muchas). Como no había piano en el departamento del Bronx (de la hermana de un amigo) donde vivía, le pregunté a Oscar y a su esposa si podía pasar a practicar durante el día y me respondió que sí, pero que llamara antes al muchacho de la limpieza para ver si no había alguna banda ensayando. Practicaba entre el clamor del muchacho aspirando y lanzando recipientes vacíos de cerveza y whisky. Años más tarde leí en una revista un artículo de Chic Corea donde contaba que una tarde caminando por Broadway, pasó enfrente del club y escuchó a alguién tocando el piano. Entró y se sentó atrás. No me dí cuenta.”
Y continúa recordando: “Los lunes por la noche era día de pago en el Birdland y todos los músicos "junkies" lo sabían, así que después de las 4 a.m los tenías encima pidiendo 5 o 10 dólares para aliviarse mientras salía su cheque. Era patético y sentía pena por ellos. Además de eso tenías a Pee Wee Marquette, el maestro de ceremonias y portero, pidiéndote propina por anunciar tu nombre las noches regulares en que actuabas o grababas".
Recuerda Horace que un gran trompetista con quien tuvo el privilegio de trabajar fue Clifford Brown (1930-1956). "Era de Wilmington, Delaware. Muchos de los músicos de Nueva York habían oído acerca de él. El nunca había estado en la ciudad. El propietario de Blue Note Records, Alfred Lion,con Art Blakey se fueron a Wilmington a buscarlo e involucrarlo en una sesión de grabación. Decidieron que fuera una sesión en directo. Involucraron también a Lou Donalson (alto sax), a Curley Russell (bajo) y a mi, para redondear el grupo. Salvo por Clifford, había trabajado antes con todos estos muchachos, así que me sentí cómodo”.
Y Sigue recordando cómo, al escuchar tocar a Clifford fueron literalmente sacudidos por sus soplidos, y que Miles Davis llegó a escuchar uno de los ensayos diciendo en broma antes de irse "Clifford, I hope you bust your chops". (según Curley, Miles hablaba en serio).
“Clifford no era sólo un gran trompetista, era una persona maravillosa. Para alguien con un toque así de maravilloso, era muy humilde, una persona adorable”
Al final, aquel grupo solamente duró tres semanas ya que en febrero de 1954, tocaron dos semanas en el Birland e hicieron dos grabaciones llamadas “A night at Birdland”. Luego tocaron una semana en Filadelfia.
Y concluye Horace:
“No pudimos obtener ningún trabajo después de eso. Se apareció Max Roach y sonsacó a Clifford, llevándoselo a California con su grupo”. Hicieron un montón de grabaciones, en los dos años más que vivió, pero aquellas noches en el Birdland, permanecerán siempre clásicas. Suenan tan bien ahora, como sonaban años antes, cuando las grabamos. Estoy orgulloso de haber sido parte de todo eso”.
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9 comentarios:
Veo que lo estás pasando fenomenal con las anécdotas de Horace. Y no es para menos. Lo que nos cuentas en esta entrada ha conseguido engancharme y engatusarme. Quiero más.
Y ahora, como hago últimamente, voy a buscar en youtube a Horace, y así lo veo en 'directo'. Pienso que estoy allí mismo, en ese club de jazz tan lleno de historia y humo.
Preciosa entrada.
Por cierto, el amigo Horace sigue vivo. Estoy viendo ahora mismo en el youtube un vídeo de un concierto en blue note en 2004.
Es estupendo oir contar historias de jazz por quienes fueron protagonistas del asunto. Me ha encantado. Esperemos que Horace siga deleitándonos con sus anécdotas y su música mucho tiempo más, que cada vez nos quedan menos leyendas.
Un abrazo.
No sé donde leí que Horace Silver rechazaba componer o interpretar música caboverdiana tal como le sugería su padre, oriundo de aquellas tierras, ya que la consideraba como una música folklórica menor hasta que escucho el disco de Bossa Nova de su amigo Stan Getz y logor enyender el valor de aqeulla músuca componiendo su obra maestra como homenaje a su padre: "Song for my father"
Me gustan estas lecciones de la vida. Hoy por hoy la música de Cabo Verde es de las más señaladas del conetinente africano incñuso más allá de la figura casi mítica de Cesaria Evora.
Lo máximo, Esther. Me alegro de haberte engatusado (suena muy madrileño eso). El relato de Horace es tan fluido, que cada 5 páginas te dan ganas de contar lo que has leído, así que hay suficiente para complacerte. Voy a seguir tu método youtube. Con lo que voy aprendiendo del Jazz actual en España, pienso que algún día muchos de sus clubes tomarán la estafeta como referentes de la tradición que cuentan las anécdotas de Horoscope.
Beso
Son esas cosillas que dicen mucho y se comparten con agrado, Troglo. Al legendario Scope tienen que llevarlo a España.
Un abrazo
Se entiende que el niño Silver, aceptara a regañadientes una música ajena a su entorno, Doc. Luego, juntándose con alguién con el talento y recorrido de Stan (creo que el fue quien lo llevo a Nueva York)acabaría entendiendo a su padre y homenajeándolo con el álbum que mencionas y con "Capeverdean blues". Interesante lo de la identidad musical de Cabo Verde. Me gusta la aplicación del término lecciones de vida a las anécdotas de Horace.
Saludos
Perdóname los fallos ortográficos de antes, cometí la temeridad de escribir sin las gafas de lectura, es decir prácticamente a ciegas, pero no quise dejar de escapar la ocasión.
Hola
Excelentes tus entradas de Horace. Felicidades. Me permití invitar a mis lectores a tu Blog, y te copié una parte para una entrada sobre Clifford Brown, dando tu referencia. Soy tu seguidor. Mi blog es :
http://www.jazzconsaxofon.blogspot.com
por si puedes darte una vuelta.
Un abrazo desde México.
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