Mostrando entradas con la etiqueta Horace Silver. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Horace Silver. Mostrar todas las entradas

jueves, 6 de enero de 2011

Jazz en 1959.

No se ahora, pero en una imaginada blogósfera del Jazz en 1960, alguien por estos días pudo haber escrito en su blog, algo como "Lo que nos dejó el año viejo", mencionando que fue el año con la mejor cosecha de la década. No sólo porque superó el promedio anual de 9 melodías sobresalientes, reportando 16, sino porque con excepción de dos de ellas: "My favorite things" (Rodger y Hammerstein) y "The best is yet to come" (Cy Coleman y Caroline Leight), el resto fueron escritas por los mismos grandes músicos de la época.





Entre ellas, Miles Davis nos legó estas tres joyas:







Mientra que Horace Silver y Jobim nos dejaron un par cada uno:


Otros grandes también dejaron su recuerdo:

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Los recuerdos de Horace (Fin)


Hubo un número de prominentes violinistas del Jazz durante los años 1930’s y 40’s, pero Eddie South, (1904-1962) fue opacado por nombres como: Stephane Grappelli, Joe Vennuti y Stuff Smith.

Esto debido a que sus grabaciones fueron muy pocas; entre ellas el desconocido LP “The distinguished violin of Eddie South” del sello “Mercury” (1958) donde lo acompaña al piano el recién fallecido Eddie Higgins (1932-2009. RIP), que fue el último que grabó.


Horace Silver, lo recuerda así en su biografía:

"Una de las primeras presentaciones en las que trabajé con Stan Getz,fue en el club "Blue Note" del centro de Chicago, en una sección que llamaban "The loop". Trabajamos allí dos semanas (lunes y martes libres). Eddie South a quien llamaban "El Angel Negro del violín", tocaba al otro lado de la calle. Era un gran violinista, un gran técnico con entrenamiento clásico. Me gustó, pero fue el violín de Stuff el que me golpeó más. Era más "nitty gritty", más cerca de la tierra".





lunes, 14 de septiembre de 2009

Los recuerdos de Horace


Dada la condición multiracial, pluricultural y polirítmica de Horace Silver, no es extraño encontrar en su autobiográfico libro “Let’s get to the nitty gritty”, consideraciones singulares con respecto al siempre presente tema del racismo en el Jazz.

Así, refiriendose a un incidente que sucedió en el club “Birland”, cuando Charles Mingus (1922-1979) era el bajista del grupo del saxofonista Stan Getz (1927-1991), cuenta:

“Estaba Stan tocando un solo, cuando de improviso le inyectó una cita del verso de “Ol’ man river” que dice así”:

“Todos los morenos en el Mississippi/ morenos todos trabajan, mientras los paisanos blancos juegan”




Aclara Horace, que Stan hizo la cita sin pensar en el asunto racial, pero que Mingus –supersensitivo en cuanto al tema- lo tomó como ofensa.




Y, “mientras actuaba la otra banda, se fue a “Colony Records” que estaba al otro lado de la calle y le pidió al hombre detrás del mostrador que reprodujera una grabación de “Eli, Eli”, una canción folklórica judia. El tipo la puso y Charles la memorizó y regresó al club. En la siguiente presentación (set) la citó en su solo. No sé si se lo comentó a Stan, pero creo que Stan ni siquiera se dio por enterado”.

Unas cinco páginas adelante, Horace vuelve al tema, contando que en sus habituales caminatas por Broadway, entre presentaciones, para aflojar las piernas y respirar aire fresco: “corrí hacia Mingus que tenía una confrontación con dos policías blancos. Charles había sido parado, no por haber infringido alguna ley de transito, sino porque él y varios de sus amigos estaban en su carro con una mujer blanca, que sucede era su mujer”.

Mingus lo vió y gritó: “Horace Silver, quiero que testifíques que estos hombres no son americanos. Me quieren arrestar porque mi esposa es blanca .Yo sabía que si me involucraba en la situación, probablemente sería aventado al precinto más cercano junto con ellos y perdería mi próxima presentación en el Birdland, así que lo ignoré y seguí mi caminando”.

Se entiende la actitud de Horace, ya que cada set era pagado por el cliente y pagado al músico, individualmente. Mingus no lo entendió así, y por un buen tiempo le habló a Silver, sólo para recordarle el hecho. “Al final me perdonó”, concluye Horace.





viernes, 11 de septiembre de 2009

Los recuerdos de Horace


No sé como se ha venido comportando el Jazz ofrecido por los clubes de Nueva York durante la primera década de este siglo. La última información que tuve data de 1996. A la sazón, el artículo “ Does anybody go to clubs anymore”, publicado por la revista “Jazziz" con una buena fotografía de la cantante D.D. Bridgewater en el Shelli’s Manne-Hold (1974). Parece concluir con que las cosas ya estaban cambiando. Y probablemente debe ser así, sobre todo si se toman en cuenta las sabrosas anécdotas del pianista y compositor Horace Silver (1928) en su reciente biografía “Let's get to the nitty gritty".

Y es que, gran parte de la vida de Horace discurre en clubes de Nueva York, ciudad a la que llegó cuando tenía 25 años y fue bien acogido por Oscar Goldstein gerente del estelar club “Birland” localizado en la calle 52 y Broadway.

Cuenta Horace, que por esos días "A menudo trabajaba en el Birdland los lunes por la noche (libre). Su show regular iba de martes a sábado y el lunes por la noche se juntaban diferentes músicos para el "jammin' ". Toqué en muchas de estas sesiones" . A Oscar, también administrador de Bud Powell, le gusté por ser su discípulo, porque tocaba bien y porque se fascinó de descubrir que yo era un jovencito de cabello bien recortado, limpio, que no bebía ni fumaba ni me drogaba, algo inusual para un músico de Jazz en aquellos días (mi único vicio eran las damas y tuve muchas). Como no había piano en el departamento del Bronx (de la hermana de un amigo) donde vivía, le pregunté a Oscar y a su esposa si podía pasar a practicar durante el día y me respondió que sí, pero que llamara antes al muchacho de la limpieza para ver si no había alguna banda ensayando. Practicaba entre el clamor del muchacho aspirando y lanzando recipientes vacíos de cerveza y whisky. Años más tarde leí en una revista un artículo de Chic Corea donde contaba que una tarde caminando por Broadway, pasó enfrente del club y escuchó a alguién tocando el piano. Entró y se sentó atrás. No me dí cuenta.”

Y continúa recordando: “Los lunes por la noche era día de pago en el Birdland y todos los músicos "junkies" lo sabían, así que después de las 4 a.m los tenías encima pidiendo 5 o 10 dólares para aliviarse mientras salía su cheque. Era patético y sentía pena por ellos. Además de eso tenías a Pee Wee Marquette, el maestro de ceremonias y portero, pidiéndote propina por anunciar tu nombre las noches regulares en que actuabas o grababas".

Recuerda Horace que un gran trompetista con quien tuvo el privilegio de trabajar fue Clifford Brown (1930-1956). "Era de Wilmington, Delaware. Muchos de los músicos de Nueva York habían oído acerca de él. El nunca había estado en la ciudad. El propietario de Blue Note Records, Alfred Lion,con Art Blakey se fueron a Wilmington a buscarlo e involucrarlo en una sesión de grabación. Decidieron que fuera una sesión en directo. Involucraron también a Lou Donalson (alto sax), a Curley Russell (bajo) y a mi, para redondear el grupo. Salvo por Clifford, había trabajado antes con todos estos muchachos, así que me sentí cómodo”.

Y Sigue recordando cómo, al escuchar tocar a Clifford fueron literalmente sacudidos por sus soplidos, y que Miles Davis llegó a escuchar uno de los ensayos diciendo en broma antes de irse "Clifford, I hope you bust your chops". (según Curley, Miles hablaba en serio).

“Clifford no era sólo un gran trompetista, era una persona maravillosa. Para alguien con un toque así de maravilloso, era muy humilde, una persona adorable”
Al final, aquel grupo solamente duró tres semanas ya que en febrero de 1954, tocaron dos semanas en el Birland e hicieron dos grabaciones llamadas “A night at Birdland”. Luego tocaron una semana en Filadelfia.

Y concluye Horace:

“No pudimos obtener ningún trabajo después de eso. Se apareció Max Roach y sonsacó a Clifford, llevándoselo a California con su grupo”. Hicieron un montón de grabaciones, en los dos años más que vivió, pero aquellas noches en el Birdland, permanecerán siempre clásicas. Suenan tan bien ahora, como sonaban años antes, cuando las grabamos. Estoy orgulloso de haber sido parte de todo eso”.

lunes, 27 de abril de 2009

Lanzando los Blues al Viento


“Blowin' the Blues Away” (1957, portada del diseñador estrella del sello en esa época, Reid Miles e ilustraciones de Paula Donohue) es uno de los álbumes clásicos de todos los tiempos grabado por Horace Silver con Blue Note Records, solamente superado por el anterior “Finger Poppin” en cuanto a su firme, gozosa e infecciosa construcción hard bop. Este álbum marca la cúspide del quinteto clásico de Horace con Blue Mitchell (trompeta), Junior Cook (saxo tenor), Gene Taylor (bajo) y Louis Hayes (batería); es también uno de los más fuertes conjuntos de composiciones originales del pianista, sólo eclipsado por “Song for My Father” y “Horace Silver and the Jazz Messengers”. El ritmo del disco es impecable, transmitiendo diferentes sentimientos con ligeras variaciones del estilo marca Silver que cautiva al escucha de principio a fin. Definitivamente uno de los álbumes más finos del maestro

A continuación el suave swing en “The St. Vitus dance” (pista 2 del álbum) que da a Horace la oportunidad de jactarse con las intermitencias de su trío.

jueves, 26 de marzo de 2009

La Mesa Redonda


Horace Silver, uno de los últimos gigantes que aún quedan de la increiblemente floreciente y creativa extensión de la música bebop, que se convirtió en los 50’s en el llamado “hard bop”, escribió con la colaboración de Philip Pastras su autobiografía con el nombre de “Let´s Get the Nitty Gritty” (ignoro si hay traducción al idioma español), un interesante libro de 264 páginas publicado en 2006 por “University of Californa Press” en edición ilustrada, donde nos lleva desde su niñez en Norwalk, Estado de Connecticut, EE.UU. a través de su ascenso en la ladera a la fama como músico en Nueva York y finalmente a su confortable vida “después del camino”, en California.

Bien sazonado (“well seasoned” ) con anécdotas , en el capítulo 3. LADY MUSIC AND THE MESSENGERS. Early Adult Years. (pps. 34-89) Horace cuenta en la página 44: “el lado este de Manhattan (upper east side) donde residen los acomodados, era considerada la parte de la alta sociedad (“high society”. Sic.) de Nueva York y Stan (Getz) quería obtener un “gig” allí, en un club de jazz llamado “The Roundtable” donde se presentan principalmente trios con piano –jazz suave y educado- , la música de fondo para hablar y cenar. La banda regular del Club no llegaba los domingos y Stan lo obtuvo un día tal por la noche. Me llamó para que participara con él y me pidio llamar a Art Blakey para ver si quería complementar el trío. Lo llamé y estuvo de acuerdo. Recuerdo que esa noche habia en la casa muchos actores famosos, entre ellos David Carradine, Cesar Romero y Sir Cedrick Hardwick. Stan trató de contener el volumen de su saxo a lo largo de esa noche y llegó incluso a ponerle una toalla en la campana, para que no sonará muy alto. Lo que no pudo contener fue su natural habilidad para jugar con el instrumento puesto que era un genio de nacimiento. Sin embargo, cualquiera que conociera a Art sabe que nunca contendría sus actuaciones para nadie. El cocinaba donde estuviera –east side, west side, Greenwich Village, Harlem- , se ocupaba de los negocios, cocinaba y punto. Ni necesidad de decirlo, no logramos el “gig”.
A la Mesa Redonda llegaba a menudo con su combo para divertir a los comensales un trombonista y vibrafonista de mucho menor estatura musical: Tyree Glenn (1912-1974), un verdadero payaso y maestro en el lenguaje del trombón. De hecho grabó dos discos para el sello “Roulette” en el lugar: uno que toma su nombre y "Try a little tenderness". En el video tocando la clásica estándar de Ellington “Mood Indigo” introducida por la orquesta del "Duke" en el “Cotton Club” de Nueva York en 1930. Escuche la severa frase de cierre en idioma inglés.

martes, 17 de junio de 2008

Song for my Father




Desde la perspectiva de los tempranos 2000’s, es claro que unos pocos músicos de jazz han tenido el gran impacto en el “mainstream” contemporáneo que tuvo Horace Silver. El estilo hard bop del que Silver fue pionero a inicios de los 1950’s , es ahora dominante, tocado no sólo por músicos de su época y de una generación anterior sino por muchos que todavía no habían nacido cuando dejó de gozar (es un decir) del favor de los críticos en los años 1960’s y 70’s. Pero como es natural en todo acto creativo, las influencias son de doble vía y las de Horace se remontan a la música de cabo verde que el escuchó de su padre nacido en Portugal, pasando por Monk, Powell y Getz. En 1952 grabó para Blue Note con Lou Donaldson su primer álbum como líder y en 1953 unió fuerzas con Art Blakey para formar la banda The Jazz Messengers, un hito en el desarrollo de lo que llegó a conocerse como hard bop.
El 26 de octubre de 1964 es fecha memorable en la historia de Blue Note Records, tanto porque Silver firmaba el LP Song for My Father, como porque se alcanzaba el pico de una discografía ya considerada clásica en el género. Silver fue siempre un maestro a la hora de balancear ritmos “jump” con armonías complejas para producir una mezcla única de no pertenencia (a este mundo cruel, se entiende) y sofistificación; parte de ello viene de la fascinación – que según dijo alguna vez- sentía por los ritmos y modos lejanos a su entorno – . El toque bossa de la clásica for My Father, por ejemplo, o el tema Calcuta Cutie, con sabor a lejano oriente, o el ritmo y sonido tropical de ¿Qué Pasa? así lo hacen sentir en este álbum. Detalles como estos alteran el sonido toral de Silver, justamente lo suficiente para que le salga la clase, lo cual explica porqué el álbum llegó a ser un preferido. El album incluye también la standard del hard bop “The kicker” del saxo tenor Joe Henderson. Recomendable en cualquier colección de Jazz. Está disponible en mininova y se puede descargar por la plataforma libre de Vuse (antes azureus).