Cuenta Mario Vargas Llosa en un artículo de prensa, que ante el irresistible avance de las fuerzas de Cronwell que invadieron Jamaica en 1665, los colonos españoles libertaron a sus 1,500 esclavos, que se esfumaron entre los montes y que reaparecieron en los siglos sucesivos con el nombre "maroons" (cimarrones)y una aureola indómita. Dentro de esta bravía estirpe, nació Marcos Garvey, apostol de la "negritud" y del retorno de los negros de America al Africa, sin quien, el culto Rastafari no hubiera trscendido fuera de las fronteras jamaiquinas, y sin cuya prédica no estaríamos hoy, recordando un año más de la muerte (1981) de Robert Nesta Marley. Algo que prefirió a los 36 años, antes que permitir la amputación de un dedo del pie, roído por el cancer, porque su religión se lo prohibía.
Murió riquísimo, con unos 30 millones de dólares, que son poco comparados con los que hoy gana cualquier cancionista de mediana estofa. Recordémosle con lo que disfrutó: explorando una canción en el rasqueo de su guitarra y el selvático lamento de su voz, envuelto en la nube de humo de su cigarro de "ganja".