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lunes, 21 de junio de 2010

Monsivais

Aún fresca la noticia del fallecimiento del escritor portugués José Saramago (87 años), me entero que un día después fallece el escritor mejicano Carlos Monsivais (72 años). Ambos emparentados por la pluma, charco de por medio, la voz de Monsivais era menos política que cultural: un derroche de lúcida sensatez, pero sobre el México -y por extensión quizás Latinoamérica- de su tiempo y a través de la crónica como género.
Casualmente leí hace poco en Internet su ensayo sobre el comic, celebrando el trabajo artístico de su paisano Gabriel Vargas (fallecido el pasado 25 de mayo) en ese género, al que le atribuye haber sido durante medio siglo ( hasta los 1980’s cuando decayó su prestigio artísitico y cultural , y el fastidio y el empobrecimiento de las clases populares provocan la caída de las historietas en los puestos de periódico) modelo de la imaginación colectiva y ejercicio de alfabetización al que se acercan lectores de cualquier edad, el género familiar que, en un orden similar al del cine y la radio, influye en los niños (en sus ideas sobre la vida, el humor, la fantasía, las aventuras y el sentimentalismo), casi en la misma proporción que en los adultos.

Aunque el ensayo tiene unas 20 sabrosas páginas, creo que, básicamente trata de transmitir su descubrimiento en la obra de Vargas (principalmente en “La Familia Burrón), del papel del humor en la cultura popular como un almacén de semejanzas con la realidad (apodos, situaciones, cotideaneidad); una técnica para entender mejor los hechos opresivos y grotescos y un instrumento para diluir, de manera humilde y poderosa, algunas consecuencias de la pobreza endémica. En fin, aprendizaje y ejercicio de la caricatura verbal, como una de las cumbres de la conversación colectiva. El hallazgo del humor involuntario.

Monsivais escribió muchos libros, pero con frecuencia podían leerse sagaces artículos en los medios escritos. Un amigo me recuerda el publicado en Letra Internacional la primavera de 2005, “Elogio (innecesario) de los libros”, previo a la fiebre del libro electrónico y me dicta este fragmento:

“Gracias a la lectura, cada persona se multiplica a lo largo del día. El impulso del personaje de un relato, de una atmósfera literaria, de un poema, renueva y vigoriza las opiniones morales y políticas; vuelve por una hora en poeta o en narrador a quien complementa con la imaginación de lo leído; ayuda a situarse ante el horizonte científico o social; vigoriza el sentido idiomático”.

Se dice que “Monsy” es el intelectual más popular de su país, que con él muere también el México del siglo pasado y que sus grandes amores fueron los libros y los gatos que acompañaban sus noches. Vaya en su recuerdo esta canción del Jazz, un mundo que de haber nacido en Nueva Orleans no hubiera escapado a sus ironías.



Descansen en paz Carlos y José.