
“La Vie en Rose,” (2007) es una larga y enfebrecida biografía fílmica de Édith Piaf, la brillante e incomparable estrella del firmamento cultural francés, escrita y dirigida por Olivier Dahan y representada por Marion Cotillard.
Al cruzar el óceano, después de una entusiástica recepción oficial, puede notarse que los norteamericanos no comprenden a Edith y que a pesar de pasarla bien en Nueva York y California, la incomprensión es mutua. Parece que ni siquiera probó un “corned beef sandwich” en un delicatessen de Manhattan, mientras conocía al boxeador Marcel Cerdan, luego su grande y trágico amor.
En tal sentido, la película de Dahan da la impresión de enfocar sus baterías, de alguna manera, a tender un puente en ese vacío. Y esto, no porque explique la apariencia de Piaf –a pesar de que sí ofrece al expectador la oportunidad de comprender las glorias de su voz- , sino más bien porque asimila su vida nitidamente, dentro de las convenciones de esta bio-épica musical. Algo como decir que los norteamericanos no tienen el monopolio de cantantes y compositores que emergen de niñeces traumáticas, batallas contra la adicción a las drogas, difíciles romances, y que al final ganan el corazón de millones, incluídos, en este caso, los organizadores del Grammy; cruzando las barreras culturales y de idioma musical.
La estructura de la película, debe decirse, es intrincada (mejor dicho, un verdadero relajo). Dohan se resiste al hábito de empezar por el final con flash backs al inicio, y empieza en el medio tardío, retrocede al inicio, regresa al casi final, brinca alrededor del temprano medio medio y luego a un par de casi finales y, ahora si, al realmente absoluto final, con un rápido y desconcertante rodeo a la parte inicial del medio temprano. Pero, poco a poco se va entendiendo. Es PG-13 . Contiene groserías subtituladas, uso de drogas y algunas referencias sexuales.