Tengo el gusto presentar en este blog, el último álbum ( 2007) del pianista Dave Brubeck. El álbum es considerado una pieza acompañante de “Private Brubeck Remembers” del mismo sello discográfico (2004) e igual que esa gema, el álbum es un trabajo de piano solo, donde Mr. Brubeck ejecuta con reflexión, madurez y elegancia, melodías del jazz de los años cincuenta del siglo pasado (por cierto, el período en que apenas surgía como un artista en la primavera de su juventud), de las cuales algunas son material original.
Se publica a sus 86 años, con casi 60 años de grabaciones y a casi 50 años de haber sacudido al mundo del jazz con el histórico “Time Out” (Columbia, 1959).
Dave Brubeck toca su pieza "Thank You", un tributo a Chopin, celebrando los 300 años de la invención del piano. Difundido en junio del año 2000.
Parece extraño, pero la crítica principal a este álbum (Concord,1995) es la de ser exageradamente artístico. El compacto contiene seis solos de guitarra, cuatro duetos con Ray Drummond (Bajo) y seis números en trío (Yoron Israel al piano), incluido Lotus Blossom que da título al disco (creación de Billy Strayhorn, eterno pianista de la orquesta de Duke Ellington -su sombra-y apasionado por las flores). Burrel se muestra tan enamorado de las melodías, que añade muy poco de él mismo, salvo su precioso tono. No obstante que las melodías son superiores, ninguna de las versiones son definitivas y los apacibles resultados raramente sobrepasan el nivel de música de fondo. Realmente un disco para el sosiego del espiritu.
Burell (1931) ha sido un guitarrista muy consistente a lo largo de su carrera (más de 60 años). Cool atenuado y tocando con un estilo sin cambios basado en el bop, ha sido siempre el epítome de buen gusto y swing sólido.
Tengo entendido que en la actualidad hay una divergencia entre los historiadores del Jazz, a saber: de un lado, los que todavía creen en la teoría del gran hombre (o mujer) y cuyos libros presentan siempre la misma forma: Armstrong refina el solo, lo que lleva a Elridge que a su vez lleva a Gillespie; “nace” (palabra que no lleva a ningún lado) el Be Bop en Minton Playhouse (Harlem); unos pocos capítulos al final sobre el radicalismo exterior de Ornette Coleman y Cecil Taylor; husmeo con algunas páginas sobre free jazz y fusión (afortunadamente cuento con una historia anónima más extensa, cortesía de un amigo de la blogosfera) y luego la llegada de Wynton Marsallis y los neo (no podía faltar la palabrita) tradicionalistas . Los líderes son glorificados, y las historias completas y orgánicas del hacer musical son descartadas.
Los del otro lado, consideran que de continuar de esta forma, la narración de la historia del Jazz adquirirá la dura concha del “cliché”. Y así, el Jazz está construyendo lo que los académicos llaman “historia desde abajo”, el estudio de los no famosos. Ellos presentan el Jazz de la manera que sus músicos han hablado de él, no como un asunto de eras y escuelas, sino como un guiso a fuego lento de la experiencia que tiene que ver con la identidad del Jazz como una música social.
Pero todo esto es asunto de conocedores. Hablando desde el medio o un poquito más abajo, sobre estos dos (no sé si decir grandes) hombres del Blues; el muy conocido en el ámbito del Jazz, Wynton Marsalis y el desconocido en esa misma esfera, Willie Nelson y su nuevo álbum, debo confesar que he tenido un prejuicio sobre el academicismo y la ubicuidad de Wynton, pero después de leer la reseña - en un blog amigo – de su libro “El Jazz en el Agridulce Blues de la Vida” creo que ya no, quizás por que habla del camino y es ahí donde se arreglan las cosas o porque me gusta tanto la melodía Bittersweet de Sebesky incluida en ese panegírico de una Norteamérica ideal que pretende ser el álbum American Dreams de Charlie Haden.
Desde que lo identifico, siempre me ha gustado la figura que muestra un corazón y mente abierto y los blues de Willie Nelson; y sus giras me evocan (aunque parezca no venir al caso) al circo que desde antes que yo existiera, anualmente pasaba por mi pueblo en su camino por América Central y se instalaba por quince largos días. Según supe, en una de esa quincenas, el trapecista estrella (se me antoja Burt Lancaster) vivió un romance con una dama del pueblo y de ahí vino Tono, compañero de pupitre escolar, a quien apodaban “el traido” o más afectuosamente “traidito” (giro idiomático que alude al héroe de las películas o novelas de vaqueros antes del spaghetti western, porque ahí ya no se atina quien es quien ). Desde temprana edad, el traidito instaló en la rama más fuerte de un árbol de zapote en el patio de su casa, un columpio, donde hacia sus piruetas. Cada año, Burt (ya codueño del circo) lo probaba durante dos semanas, para verificar la conveniencia de su incorporación al elenco, hasta que llegó el ansiado día y tuvo que observar primero el desplazamiento de su hermano (Burt y la dueña del circo...), competidor para el puesto. Al año siguiente, con el redoble de los tambores escuchamos, no sin cierta decepción, anunciar a Osman, el malabarista oriental. Entró con antorchas encendidas haciendo piruetas, más propias de un balletista que a las que nos tenía acostumbrados y gentilmente se acerco a saludar al grupo. Alcance a preguntarle que como se llamaba esa música que tocaba la banda. Se llama Jazz –me respondió-. Ahora pienso que, bien pudo Tono intentar un dúo de trapecistas antes de cambiar de especialidad, aunque sólo fuera para complacernos. Pero aquello era otra cosa.
La historia ha probado que Willie Nelson hace duetos casi con quien le llegue (por lo visto, siguiendo la teoría “desde abajo”) , y este álbum con Marsalis es seguramente lo más sublime que haya logrado y en todo caso, la grabación más especial en los catálogos de ambos músicos. Two Men with the Blues fue grabado sobre una aventura de dos noches en el Jazz Lincoln Center el 12 y 13 de enero del 2007. Si al inicio la pareja parece dispareja, se debe a que Wynton hace ya mucho que acarrea la reputación de purista, que ha estado firmemente contra la expansión de la definición de Jazz , todo lo contrario de Willie, que nunca encontró una frontera que no pudiera desdibujar. El motor de esta música es la banda de Marsalis (no sé si lo que Sting dejó de ella): Dan Nimmer (piano); Carlos Henríquez (tambores); Ali Jackson (bajo); Walter Blanding (Saxo); Con Nelson llevando a solamente a Mickey Raphael (armónica), suficiente para darle un sabor distinto a una sesión típica de Marsalis. Para Nelson tampoco es un territorio completamente ajeno, ya que el repertorio consta en su mayor parte de blues standards. Lindo álbum en su género.
Voy a echar otra brizna de pajita a la hoguera de la celebración de los cincuenta y tantos años (más o menos) de la Bossa Nova, seguro de que a estas alturas del juego (¿o fuego?), cada uno de los que navegamos en la blogósfera del Jazz - émulos de Sebastián Elcano -, hemos escuchado algunas de las bellas composiciones de ese estandarte del género, Antonio Carlos Jobim, aunque sólo sean las famosas “Chica de Ipanema” o “Desafinado” o “Wave”, sonando popularmente en un elevador o centro comercial de cualquier lugar del mundo. Su trabajo ha sido grabado por todas las combinaciones de instrumentos y voces, incluyendo a Sinatra (“The Lost Tapes”, se cotiza en unos cinco mil dólares en eBay, luego de ser incluido en “The 8 tracks Hall of Fame") Sin embargo, es seguro que todos tenemos algunas grabaciones de Jobim en particular o la Bossa en general, que las distinguimos, por alguna razón, entre cientos de ellas. En mi caso quiero compartir las siguientes:
Este álbum (Japanese Import – 2002) incluye once piezas, relativamente oscuras, con arreglos que combinan con elegancia el ritmo brazileño con el jazz y la rica armonía de Jobim, ejecutadas por el Trío (clase) de Edy Higgins, donde el poco reconocido pianista es acompañado del bajo Jay Leonhard y Terry Clarke (batería). En esta sesión de 1987 (DMP), el fallecido pianista Manfredo Fest, uno de los secretos escondidos de los pioneros de la Bossa, alterna entre material afro latino y originales del jazz latino. Lo acompañan: Portinho (batería), Cyro Baptista (percusión), Paul Socolow (bajo) y la vocalista Roberta Davis. Creo que el último disco grabado por Manfredo fue “Just Jobim”.
Esta entrada debió titularse 50 años de Bossa Nova o algo parecido. Siendo así, ¿por qué el titulo? tan, digamos ...vago. Pues, lo cierto es que (probablemente) motivado por: a) la noticia de la publicación en español del libro “Bossa Nova: La historia y las historias” del autor Ruy Castro, traducción de José Antonio Montano, editorial Turner, Madrid 2008 ( publicado por primera vez en idioma Portugués en 1990 como “Chega de Saudade” y revisado en 2001); b) las celebraciones sobre los 50 años de este género musical (cuya traducción en idioma español (al espíritu no a la letra) parece ser “talento para algo”), entre ellas la presentación del documental “Esto es Bossa Nova: La Historia y las Historias de Pablo Thiago (titulada en idioma Portugués ( Coisa Mais Linda –Historia y Casos del Bossa Nova”; c) la familiaridad con nombre Ruy y el apellido Castro; d) el hecho que uno de mis abuelos y un hermano se llamaban Jose Antonio e) navegar tanto en la blogosfera, enterarme de la existencia de un grupo musical, secuela de la Bossa, llamado Nouvelle Vague y que el cerebro, (según los descubrimientos de la neurociencia funciona así), haya interpretado esta última palabra como una orden; y f) mi vieja afición (que no fanatismo) por dicha música (lo más seguro, ya que como dice el tango “siempre se vuelve al primer amor”); me dio por escuchar mis viejos LP’s y así (con algunos problemas por no guardar agujas) ponerme en sintonía con la ocasión.
De la pequeña pila de discos, tomé el primero, que resultó ser “Jacaranda”, de Luiz Bonfá con arreglos de Eumir Deodato, reconocido como uno de los mejores álbumes de “Latin Jazz Fusion” de los 70’s. La tapa frontal no se sale del formato tradicional, que por ese tiempo ya experimentaba cambios significativos en el diseño de cubiertas, pero en la contratapa, puede verse el árbol a que alude el título y leerse el ensamble de los casi 50 músicos que pusieron su esfuerzo en la grabación con Bonfá y su guitarra:
Idris Muhammad, Richard O'Connell (drums) Airto Moreira (percussion) Ray Barretto (conga) John Tropea (electric guitar) Sonny Boyer (tenor sax) Phil Bodner (flute, oboe, english horn, clarinet) Romeo Penque (flute, bass clarinet, baritone sax) Jerry Dodgion (flute, alto sax) Randy Brecker, Marvin Stamn (trumpet, flugelhorn) Burt Collins, John Frosk, Marly Markowitz (trumpet) Wayne Andre, Garnett Brown, Bill Watrous (trombone) Tony Studd (bass trombone) Jim Buffington, Peter Gordo (french horn) Harry Lookofsky, Harry Cykman, Max Ellen, Paul Gershman, Emanuel Green, Harry Katzman, Harold Kohon, Joe Malin, David Nadien, Gene Orloff, Elliot Rosoff, Irving Spice (violin) Alfred Brown, Harold Coletta, Selwart Clark, Emanuel Vardi (viola) Charles McCracken, George Ricci, Alan Shulman, Gloria Lanzarone (cello) Alvin Brehm, Russell Savakus (arco bass) Sonia Burnier, Maria Helena Toledo (vocal)
Los antecedentes del álbum remiten al oleaje provocado por las grabaciones seminales de fusión jazz/rock de Miles Davis y de bossa nova/rhythm and blues de los 60’s, y de el se ha dicho que: “Talvez nadie, ni siquiera el Wheather Report de Joe Zawinul, ni Creed Taylor en CTI, se dieron cuenta del completo potencial aestético y panorámico de fusionar por igual, elementos tan disparatados, juntos en una variedad enteramente nueva, de la forma en que lo hiciera el compositor y guitarrista brasileño con Jacaranda”.
Y no es precisamente una confusión lo que se escucha, sino más bien una disciplinada amalgama de ritmos que van desde los duros ritmos afrocubanos, los más suaves brasileños, funky soul con interludios R&B, así como sofisticadas armonías de jazz. Track List
01 - Apache Talk (Luis Bonfá) 02 - Jacarandá (Luis Bonfá) 03 - Gentle Rain (Luis Bonfá) 04 - You Or Not To Be (Tavinho Bonfá) 05 - Strange Message (Luis Bonfá) 06 - Dom Quixote (Luis Bonfá) 07 - Song Thoughts (Luis Bonfá) 08 - Danse V (Granados / Adpt. Luis Bonfá) 09 - Empty Room (Luis Bonfá) 10 - Sun Flower (Luis Bonfá