“Tu dueño ya descansó, lunita” -dijo con lágrimas en los ojos. Tocó el bolsillo trasero del pantalón para comprobar si su padre había dejado uno de sus perfumados y finos pañuelos. Lo sacó y se sonó estrepitosamente. Lo dobló cuidadosamente y lo guardó.
“Es triste… todo esto” -dijo ella con voz entrecortada.
“Cabal. Si no fuera por mi madre, ahorita mismo la subía al “camper” de mi padre y me iría al altiplano a vagar por las montañas. Me gusta el frío de la época” -dijo.
Obviamente la urgencia punzaba de nuevo.
Y continuó “Sabías que en una de sus venidas hace cuarentipico años, lo trajo rodando, es modelo 72 y lo mantienen como relojito en el taller mecánico de enfrente. Es un pick up de más de media tonelada, 6 cilindros en “V”. Encima le montaron como un apartamentito con dos camitas, una estufa de 2 hornillas, calentador, luces que operan con butano, inodoro químico, closet, bodega, ventana anti insectos, Todo en diminutivo si quieres, pero funciona. Hasta nombre le puso: “Iron Horse”, por una canción que le gustaba. Yo lo voy a cambiar por “Silver”.
“Podrías llevar a tu mamá y dejarla conmigo un tiempo en Xela” -dijo ella con tristeza y poco interesada en los detalles del caballo de acero. - Y agregó “yo regreso hoy al medio día, después de la misa y de que les entreguen las cenizas”.
- Respondió un poco sorprendido por la propuesta “No sé. Tendría que preguntarle a ella; además su condición física para el viaje. En fin, el médico dirá. Yo podría adaptarle un par de cinturones de seguridad a una de las camas. Por mi parte, el viaje lo voy a realizar algún día, quiero ver como está ahora todo lo que recorrí con él cuando ambos estábamos de vacaciones. Hasta el plan de viaje tengo hecho; es claro, conciso y razonable. Yo…
” Cortando de tajo sus explicaciones - ella le dijo “No sé tú mi amor, pero yo nunca te olvidé. Lo he hablado con tu madre y se mostró encantada con la idea. Incluso hablamos de la posibilidad de que se muden para allá y me dijo que ella si quisiera ser enterrada como Dios manda, pero en un lugar donde halla frío. La casa que dejó mi difunto esposo es grande; y solas con la nena que no tardará en darme un nieto y quien sabe si se vaya con el novio al norte. ¡No quiero estar sola ¡”. Y rompió en llanto.
A la vez que confundido, enternecido, sacó el pañuelo y enjugó sus lágrimas.
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