pero no, fue con esta del gran Charles Aznavour que hacia alusión al apodo, "el viejo", por los gustos musicales, no por otra cosa. Apenas tenía 20 y gustaba de los tangos
). Y digo casi, porque sumaban ya dos semanas de recibir nieve en la testa, entonces llena de tesis, antítesis y síntesis y ahora blanqueada por el implacable tiempo que pasa y sigue como de costumbre, pasando (y como se sabe, tiempos los hay malos y de los que vale la pena recordar este día
) como pasamos, después del obligado primer revolcón sobre la nieve blanca acumulada en "Central Park", caminando por la 14, calle abajo, rumbo a casa en "Greenwich Village", frente a un cine teatro que anunciaba en cartelera la película "A man called horse"
y en el intermedio, al gran Chucho Avellanet y su banda. Verlo fue entrar, pero como que un recinto para unas 500 personas con sólo 10 ocupándolo, no favorecía mucho a Chucho, aunque sí, a Richard, que representaba al traidito de la película. Francamente, con todo aquello visto y oído en un mes, Chucho pareció pobre. Tanto que aquella me dijo al salir, mejor vamos mañana a ver al gran Ray que se presenta en el no recuerdo que teatro de Broadway.
Como tampoco recuerdo si el buen Jesús, por quien dos meses antes de llegar hubiera pagado lo que llevara en el bolsillo, la cantó aquella tarde, pero que esta nochevieja cantaré con él (en karaoke) al año que nos deja.