La fría noche del 16 de diciembre de 1960, en el Teatro Warner de Nueva York, el director de cine Otto Preminger develó su esperada versión fílmica de la corpulenta novela de Leon Uris: “Exodus”. Resultó ser un “cinerama” masivo, extra largo, episódico y por lo general inconcluso, de eventos históricos y ficticios relacionados con la creación del Estado de Israel en 1947-48. Así lo compruebo una fresca noche de enero de 2010, por tercera vez en en casi cincuenta años.
Podría haber un componente masoquista en repetir esta aventura de tres horas y media, pero como en las dos ocasiones anteriores, también resultó deslumbrante y me produjo el mismo hormigueo nervioso, tanto el despliegue individual como las reacciones masivas de todos esos personajes ante los impresionates retos enfrentados durante la odisea que transportó a estos judíos europeos de la bloqueada (por los británicos) isla de Chipre a la prohibida Palestina; y en algunos de sus más crudos detalles personales, una fina reflexión que desgarra el corazón.
Menuda tarea la de Preminger, llevar a la pantalla grande este drama social de escala completa, entretejiendo varias tramas paralelas que involucran un surtido de personajes (por los menos 7) principales, a través de los subsecuentes conflictos y tensiones que ocurren antes de la partición de Palestina por las Naciones Unidas, y finalmente decir algo sobre la pelea posterior entre árabes e israelíes.
En la indispensable presencia musical, destaca el colorido del soundtrack creado por el compositor Ernst Gold, nacido en Austria (1921) y emigrado en 1938 a Nueva York debido a su herencia etnica y religiosa, trasladándose después a California para desarrollar una exitosa carrera escribiendo partituras en Hollywood, donde falleció en 1999. De su trabajo para “Exodo” queda en la memoria musical, el conocido como tema principal (tema de éxodo), una enardecedora, memorable y casi straussiana pieza que ha sido cubierta por centenares de músicos, en versiones que van desde orquestas completas a guitarras eléctricas. Quizás la versión más exitosa fue la del dueto pianístico “Ferrante & Teicher”:
La versión del exótico Les Baxter y su orquesta:
Y la versión vocal de Edith Piaff: