jueves, 25 de febrero de 2010

Danza sensual


Una noche de estas con luna llena y resplandeciente, leía un artículo sobre el tema del desarrollo y el análisis que de éste, hace la economía del desarrollo vía las teorías que formulan académicos e investigadores; y siempre es un punto candente el de la medición del crecimiento económico como variable fundamental para explicar, entre otras cosas, el desarrollo interno y las comparaciones entre paises o entre sectores (industria, servicios, comercio, etc.). Generalmente se acepta que el solo aumento en cantidad de un producto no es tan importante como las mejoras en calidad y complejidad (agregación de valor). Desde los pensamientos clásicos para averiguar las causas de la riqueza de las naciones hasta la fecha, se han venido dando aumentos en la cantidad y refinamiento en la presentación y contenidos de los productos derivados de esta vital materia prima gris, de manera que la oferta es tal, que mantenerse al día es tanto o más dificil que con -digamos- las novedades en el jazz o en el cine. Hubo un momento, se colige del escrito, en los 70's del siglo recién pasado, en que el ejemplo del Japón, como país que alcanzaba la excelencia en todos los niveles de producción, fue muy socorrido, ya que lo lograba a sólo 25 años de haber sido devastado. Sus exportaciones principales (electrónicos, acero, cámaras fotográfica y autos) superaban el calificativo peyorativo de "hecho en".

Como estas lecturas suelen ser agotadoras, a mitad de la página 24, justo cuando se empezaba a discutir el tamaño y dotación de recursos de los países como factor determinante del desarrollo, que iniciaba con el ejemplo de los Paises Bajos, me distraje recordando con nostalgia mi primer equipo de sonido, venido precisamente de allá, con un grabador/reproductor de "disquetes" periférico novedoso llamado "deck" y dos enormes y fieles bocinas. Como regalo por comprarlo al contado (invirtiendo todos mis ahorros) me dieron el Lp de Benny Goodman y su orquesta ("The aviator")y resulté enamorándome de la melodía "Moonglow". Un ingeniero ya ochentón del vecindario, me comentó recientemente que la canción fué tema de la película "Picnic" (1955), pero lo impresionó al verla, el sistema para ensilar granos que poseía la familia millonaria del segundo galán de la película, a quien el primero le roba la novia. Le gustó tanto, me dijo, que una década después resultó involucrado en un programa de gobierno que construyó algunos silos muy parecidos, con fines de estabilización de precios y atención de emergencias.

Hace unos días compré la película en su nuevo empaque (invirtiendo todos mis ahorros) y resulté enamorándome de la escena donde primer galán (pecho rasurado por exigencias de la época) y heroína bailan al ritmo de moonglow, ya bien entrada la celebración de un picnic el día del trabajo en un pequeño pueblo de Kansas.




Y también de esta escena anterior, sobre la cual el ingeniero me comentó que ahora piensa que con el desarrollo de la ingeniería aeroespacial, cualquier cosa le puede caer del cielo.



sábado, 20 de febrero de 2010

De Halcones y Jazz


“Nighthawks” , término que describía figurativamente a los trasnochadores (como los “tecolotes” o búhos), es una pintura que el pintor Edward Hopper empezó a pintar justo después del ataque a Pearl Harbor, inspirado por un “diner” en Greenwich Village (su vecindario en Manhattan), hoy un lote baldío conocido como Mulry Square, donde con ojos de lince capturó la desolada imagen de una pareja sin animo de platicar, sumidos en los propios pensamientos y un tercer hombre solitario dando la espalda a una calle vacía iluminada por el flujo de luz del restaurante, al otro lado de la cual, se ven ventanas aparentemente abiertas en el segundo piso; blusa sin manga y ausencia de abrigos insinúan una noche cálidamente inusual para ser el primer fin de semana de diciembre. El camarero mientras trabaja, parece otear tras los clientes y el ventanal cóncavo, por nuevos arribos.


El Instituto de Arte de Chicago cuida con celo este, quizás, el más famoso óleo sobre canvas de Hopper, cuyos ojos también escudriñaron los paisajes soleados pero desolados de la costa oeste y la vida nocturna de San Francisco, donde, estoy seguro (pero no dejó registro), visitaba como buen trasnochador el famoso club nocturno “Black Hawk”, atmósfera íntima que cobijó pequeños grupos de Jazz en noches gloriosas, desde 1949 a 1963, cuando fue demolido y convertido en parqueo. Por ahí pasaron: John Coltrane, Dizzy Gillespie, Shorty Rogers, Art Pepper, Art Farmer, Gerry Mulligan, Horace Parlan y Russ Freeman. Arthur "Art" Tatum, igual que Billie Holiday y Lester Young tocaron su último concierto y el Modern Jazz Quartet el primero; Charlie Parker, cuando se suponía debería estar abriendo la noche en el “Say When Club”, al otro lado de la ciudad, participaba alegremente en un “jam session” y Dave Brubeck tocaba para los músicos jóvenes los domingos por la tarde. Noches que llegaron a costar hasta tres mil dolares.

Grandes como: Thelonius Monk, Miles Davis, Mongo Santamaría y Shelli Manne, grabaron álbumes en este club, y por todo eso y porque con esta grabación del sexteto de Cal Tjader y Stan Getz (ahí mismo pero un “hollyday”), hicieron su debut el pianista Vince Guaraldi, el bajista Scot La Faro y el baterista Billy Higgins, guardo con especial cariño este álbum.



sábado, 13 de febrero de 2010

Pacífico Sur


"South Pacific", fue el segundo musical de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein (1957), realizado en un escenario de exuberantes islas verdes en un mar tropical azul con un sobrenatural y místico oleaje que fundido con su música hacen la sinfonía que enmarca la gran historia romántica entre la enfermera del “U.S Navy” Nellie (Mitzi Gaynor) y el terrateniente francés Emile(Rossano Brazzi; y la del teniente Cable con la bella nativa Liat por intermediación de su madre, Bloody Mary (salud):


En este último video, parte del proceso de grabación del sonido de la película:

martes, 9 de febrero de 2010

El Vice


Paul Quinichette (1916-1983) fue conocido a lo largo de su carrera como el "Vice Prez" porque su saxo sonaba muy parecido al de Lester Young. Otros seguidores de Young, emularon el estilo con que firmó en los 30’s. Pero Quinichette sonaba como el Lester Young de los entonces días presentes (los 1950’s). Después de obtener experiencia con Nat Towles, Lloyd Sherock y Ernie Fields, Quinichette se presentó con Jay McShann durante 1942-1944. Tocó en la Costa Oeste con Johnny Otis (1945-1947), viajó a New York con Louis Jordan, y actuó con Lucky Millinder (1948-1949), Red Allen, y Hot Lips Page. Estuvo también con Count Basie durante 1952-1953 (cuando Basie había reformado su orquesta), trabajó con Benny Goodman en 1955,grabó con Billie Holiday, y tuvo lo suyo en una sesión con John Coltrane.


Por otro lado, Paul, principalmente conducía su propio grupo en esos años 50’s, grabando varios discos excelentes (si bien, obviamente derivativos) e injustamente subestimados. Entre ellos, “On the sunny side of the street” (Original Jazz Classics, 1957), acompañado por el trombonista Curtis Fuller, los altos Sonny Red y John Jenkins, el pianista Mal Waldron, el bajista Doug Watkins y en la batería Ed Thigpen. El disco contiene tres originales de Waldron, encabezadas por "Cool-Lypso", que dan suficiente espacio para el “swinging”. Quinichette suena confortable interactuando con estos más jóvenes músicos. Disfrútelo, de preferencia con el desayuno.

lunes, 1 de febrero de 2010

Edith


“La Vie en Rose,” (2007) es una larga y enfebrecida biografía fílmica de Édith Piaf, la brillante e incomparable estrella del firmamento cultural francés, escrita y dirigida por Olivier Dahan y representada por Marion Cotillard.






Al cruzar el óceano, después de una entusiástica recepción oficial, puede notarse que los norteamericanos no comprenden a Edith y que a pesar de pasarla bien en Nueva York y California, la incomprensión es mutua. Parece que ni siquiera probó un “corned beef sandwich” en un delicatessen de Manhattan, mientras conocía al boxeador Marcel Cerdan, luego su grande y trágico amor.







En tal sentido, la película de Dahan da la impresión de enfocar sus baterías, de alguna manera, a tender un puente en ese vacío. Y esto, no porque explique la apariencia de Piaf –a pesar de que sí ofrece al expectador la oportunidad de comprender las glorias de su voz- , sino más bien porque asimila su vida nitidamente, dentro de las convenciones de esta bio-épica musical. Algo como decir que los norteamericanos no tienen el monopolio de cantantes y compositores que emergen de niñeces traumáticas, batallas contra la adicción a las drogas, difíciles romances, y que al final ganan el corazón de millones, incluídos, en este caso, los organizadores del Grammy; cruzando las barreras culturales y de idioma musical.




La estructura de la película, debe decirse, es intrincada (mejor dicho, un verdadero relajo). Dohan se resiste al hábito de empezar por el final con flash backs al inicio, y empieza en el medio tardío, retrocede al inicio, regresa al casi final, brinca alrededor del temprano medio medio y luego a un par de casi finales y, ahora si, al realmente absoluto final, con un rápido y desconcertante rodeo a la parte inicial del medio temprano. Pero, poco a poco se va entendiendo. Es PG-13 . Contiene groserías subtituladas, uso de drogas y algunas referencias sexuales.