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Una noche de estas con luna llena y resplandeciente, leía un artículo sobre el tema del desarrollo y el análisis que de éste, hace la economía del desarrollo vía las teorías que formulan académicos e investigadores; y siempre es un punto candente el de la medición del crecimiento económico como variable fundamental para explicar, entre otras cosas, el desarrollo interno y las comparaciones entre paises o entre sectores (industria, servicios, comercio, etc.). Generalmente se acepta que el solo aumento en cantidad de un producto no es tan importante como las mejoras en calidad y complejidad (agregación de valor). Desde los pensamientos clásicos para averiguar las causas de la riqueza de las naciones hasta la fecha, se han venido dando aumentos en la cantidad y refinamiento en la presentación y contenidos de los productos derivados de esta vital materia prima gris, de manera que la oferta es tal, que mantenerse al día es tanto o más dificil que con -digamos- las novedades en el jazz o en el cine. Hubo un momento, se colige del escrito, en los 70's del siglo recién pasado, en que el ejemplo del Japón, como país que alcanzaba la excelencia en todos los niveles de producción, fue muy socorrido, ya que lo lograba a sólo 25 años de haber sido devastado. Sus exportaciones principales (electrónicos, acero, cámaras fotográfica y autos) superaban el calificativo peyorativo de "hecho en".
Como estas lecturas suelen ser agotadoras, a mitad de la página 24, justo cuando se empezaba a discutir el tamaño y dotación de recursos de los países como factor determinante del desarrollo, que iniciaba con el ejemplo de los Paises Bajos, me distraje recordando con nostalgia mi primer equipo de sonido, venido precisamente de allá, con un grabador/reproductor de "disquetes" periférico novedoso llamado "deck" y dos enormes y fieles bocinas. Como regalo por comprarlo al contado (invirtiendo todos mis ahorros) me dieron el Lp de Benny Goodman y su orquesta ("The aviator")y resulté enamorándome de la melodía "Moonglow". Un ingeniero ya ochentón del vecindario, me comentó recientemente que la canción fué tema de la película "Picnic" (1955), pero lo impresionó al verla, el sistema para ensilar granos que poseía la familia millonaria del segundo galán de la película, a quien el primero le roba la novia. Le gustó tanto, me dijo, que una década después resultó involucrado en un programa de gobierno que construyó algunos silos muy parecidos, con fines de estabilización de precios y atención de emergencias.
Hace unos días compré la película en su nuevo empaque (invirtiendo todos mis ahorros) y resulté enamorándome de la escena donde primer galán (pecho rasurado por exigencias de la época) y heroína bailan al ritmo de moonglow, ya bien entrada la celebración de un picnic el día del trabajo en un pequeño pueblo de Kansas.
Y también de esta escena anterior, sobre la cual el ingeniero me comentó que ahora piensa que con el desarrollo de la ingeniería aeroespacial, cualquier cosa le puede caer del cielo.