domingo, 29 de noviembre de 2009

Cuento del lado oeste. (II y final)






…dera musical de entonces, sin embargo, la zurra que nos propinó el viejo quelonio (pueda ser que los años hagan diferencia) con su aseada respuesta –como trapeador sin estrenar- a tan pueril comportamiento: “abusadillos los niños” acompañada de una extraña carcajada “¡rag, rag, rag ¡, como relincho, resultó al final un progreso.



Sentadito, desde el instante en que el laborioso roedor abrió la puerta del doctor, hasta que pasó de vuelta diciéndome “te espero en Kloster campeón”, ya había pasado por mi mente el recuerdo de Demis (el quelonio) abriendo otra, la de su hermano mayor -de la que colgaba el banderín emblema de su pandilla, “La Gota Rebalsante”- al que llamaba cariñosamente “Chak”, y adentro, colocando un vinilo en una radiola nueva (o parecía) casi al unísono se volteaba su hermana menor y chasquenado los dedos empezó a danzar, barriéndose por las cuatro esquinas, (juro que era igualita a Rita) mientras nos explicaba “Se dice que “Amor sin Barreras” son dos películas. Una, la dirigida por el coreógrafo (toda la parte musical); y otra, la dirigida por el Director –chasquea y chasquea- que adapta el nudo argumenta de la eterna historia de amor –deberías llamarte Julieta- . Por esta razón –sigue danzando nena- una sería soberbia –más-, mientras que la otra –y más- como una… ..Tranquilo nené –me dijo- y regresó el brazo a su lugar. La verdad de las cosas –concluyó el “big Brother”-, es, que esas dos partes, de existir, se abrazan a la perfección en este musical clásico, pero, san…bla, bla, blá.


Ya en Kloster, empezamos observando la similitud del lugar con nuestra añorada “Cabaña” y sus tarros de cerveza de 10 centavos. “Todo es relativo, vos. Se te va a enfriar la cerveza.” Con el énésimo tarro derramando espuma, ante la perpleja mirada de la muchachada de la mesa vecina, trataba de explicarle al amigo, mis hallazgos. “Ya vas a empezar con tus muladas. Se te va a entibiar la cerveza. Así la toman los germanos. Ve que bonita documental” … “Teoricamente muy sencillo, entender a Stan, tu. No me digas”

“De hecho me recuerda la aversión que sentía por la milpa madura, cuando observé –por vez primera- en la finca de la vieja santa (¿María?) que vivía frente a casa, la ceremonia de tapisca, rápido le hallé el ritmo al sonido de las tuzas y el gusto al atol - La sustanciosa polenta del lejano oeste garibaldiano-, y al sólido totoposte del cercano oriente, más tarde. Aún hoy, una extraña sensación me recorre al estrujar el envoltorio de la melcocha antes de botarlo. De los usos del olote, esa mazorca pelada, subproducto final, tu sabes más, caro castor"



Menudo final de pouster. Doblado de cansancio, babiando la corbata (aquel), trabado en la pantalla, fantaseando con ver aparecer la colina de Stan, donde estaba El Teatro Lincoln (yo). Que cosas. Ya me empiezan a doler las articulaciones por la cerveza. Creo voy a ponerme a llorar. Sí, a llorar. Voy a ponerme a llorar










miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cuento del lado oeste. (I)


"No dejes que hombre alguno
te gane el lao del cuchillo"

Consejo del viejo Viscachia
en el Martin Fierro

Hace unas tardes, sentado en la atorada sala de espera del oftalmólogo al que me refirió el facultativo general de la clínica 12 (mi viejo compañero el Tortugón), pabellón de los jubilados de la seguridad social; absorto en la lectura de un (para mí) borroso folletín informativo de la presbicia, de pronto me sacaron de las tinieblas un par de palmaditas -¡Clap, clap¡- en la espalda y una voz emocionada exclamando "¡vos "monte", siempre brincando donde menos se espera. Comprá progresivos, hombre¡"

Restregando estos cansados ojos que tanto han llorado y lloran y lloran en un rincón, a causa de una pantalla plasma, poco a poco fue tomando forma lo que ya esperaba: un rostro regordete en el que se empezó a dibujar una sonrisa, dos afilados dientes, una incipiente barriga cervecera, un velludo brazo cargando con dificultad una inconfundible maleta de visitador médico y otro igual remeciendo un muestrario de colirios.

Era el buen "Castor", un miembro -junto con "Tortugón", "Tepescuintle (+), "los cochinitos" (3-1), "Chuchón" (?) y no recuerdo cuantos especímenes más- de la rica fauna que poblamos el "cole" en los 60's; quien sigue siendo (ahora lo compruebo) una especie de vehículo inconciente que me transporta a terrenos insospechados, de forma casual y transitoria.

Fue él, quien en 1963 (antes todo tardaba más en llegar) me invitó a ver - ahhh ¡juventud divino tesoro!- el ahora clásico musical, a un cine de su barrio (por cierto de muy mala reputación aquellos días y de alguna fama internacional por una documental, ahora) cuyo portero, su primo el "Pollón", nos permitió una admisión sin restricciones ni reservas de cualquier índole.

Horas después del mismo viernes, escamoteándole tiempo a los estudios -a manera de "jam session" -según nos explicó el primo en su momento - escuchábamos en su casa la cinta con la música de Bernstein/sondheim y el elenco original.

El lunes -patente lo tengo- le sonamos la caparazón al "Tortugón", narrándole las delicias del bello romance "veronesco" marca "big apple", suspirando por Natalie (yo) y por Rita (aquel). Todo gracias a un portero salido de los marcos convencionales. Pero para nuestra sor...



jueves, 19 de noviembre de 2009

Dos Hermanos


Junto con su hermano saxofonista Larry (1922), el trompetista Les Elgart (1917-1995) condujo una de las orquestas de swing más populares en los 50’s. En tiempos difíciles para las grandes bandas, su sofisticado sonido ayudó a oxigenar al estilo para mantenerlo con vida. Hijos de pianistas, formaron parte en sus inicios de las orquestas de Raymond Scott y fundaron la propia a mediados de los 40’s, que les duró poco, debido a factores como una prolongada huelga del sindicato de músicos; la declinante popularidad de la música swing en vivo; problemas de liderazgo y el fin de la guerra. Continuaron individualmente en cualquier orquesta que pudiera pagarles. Lo intentaron de nuevo en 1952 con el arreglista Charles Albertine, y aprovechando los avances de la tecnología sobrevivieron a la década. En los 80’s se volvieron populares entre los coleccionistas de los conocidos como “Lounges” y “Swing medleys”.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Tomándolo suave


El trombonista, compositor, arreglista y líder de banda Rob McConnell, nacido en London (Ontario) el mero día del cariño de 1935, ha sido siempre un músico de medio tiempo. Trabaja unos 30 días al año, incluída la grabación de un disco (ironicamente, tituló “Overtime” al de 1994), con su banda fundada en 1971, una de las más finas del país que reune a los mejores músicos de Toronto; y otro tanto igual como solista en escenarios locales y en Los Angeles CA.

Los temas favoritos del grupo son principalmente del “mainstream” con arreglos de Rob, conservadores pero con swing y sorpresa. Una muestra representativa la constituye el contenido de este compacto (2004) grabado por el sello “Just in Time”.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Una de Bajos


El papel del contrabajista en el Jazz era casi (si cabe la analogía) una misión metonímica, hasta que en 1939, Jimmy Blanton se unió a la orquesta de Duke Ellington, transformando por completo el escenario. Desde entonces, un puñado de músicos con talento ha puesto sus dedos en el trabajo de probar que Blanton estaba en lo correcto; que el contrabajo es capaz de una invención melódica y variedad rítmica desconocida antes de aquellos días.

Generalmente se asume que Oscar Pettiford tomó entre sus dedos la antorcha encendida por Blanton, no obstante que unos pocos, entre ellos Ray Brown han exhibido formidables niveles de inspiración. Sin duda así lo consideró el Duke, cuando en 1972, más de tres décadas después de su inolvidable experiencia, grabó a dueto para Blue Note este álbum con alguna reminiscencia de su trabajo con Jimmy.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Osby's sound


Con la esperanza de capturar la inmediatez y energía cruda de una de sus presentaciones (1998) en el nigth club “Sweet Basil”, el saxofonista post-bop Greg Osby (1960), uno de los más excitantes improvisadores en la ciudad y sus alrededores, como buen explorador simplemente colocó su grabadora mini disco sobre una mesa frente a su jovencísima y explosiva banda integrada por Jason Moran (piano); Atsushi Osada (bajo); Rodney Green (batería) y empezó la fiesta de una hora de Jazz sin parar, en su forma más pura: espóntanea, directa y sin filtrar. Un set de estándares de los maestros Ellington, Monk, Rollins y Parker, que contrario a lo esperado no suenan muy familiares, sino más bien sirven como meras semillas para la rápida y furiosa improvisación de Osby y su grupo.